“Dylan es uno de los más importantes bardos norteamericanos y un verdadero trovador del siglo XX, sus palabras han influenciado a muchas generaciones alrededor del mundo”.
Allen Ginsberg
Bob Dylan no sólo representa la voz oficial de la música de protesta en la década de los 60, o el famoso y majestuoso músico que, armado de guitarra y armónica, ha invadido y extendido las fronteras de géneros que incluyen el blues, el country, el folk, el jazz, el rockabilly, el góspel y por supuesto, el rock’n roll; Bob Dylan -músico, escritor, poeta, pintor- ha crecido y se ha curtido hasta establecerse como un faro cultural que alumbra rincones insospechados.
Dylan, cuyo nombre original es Robert Allen Zimmerman, nació en la ciudad de Duluth, en la zona boscosa de Minnesota, en 1941. De ascendencia judío-ucraniana y lituana, la futura luminaria musical pasó su niñez en su ciudad natal, para después mudarse a la ciudad vecina de Hibbing. En la preparatoria inició su incipiente carrera como músico con bandas de su escuela, tocando temas de Elvis Presley y Little Richard. En 1959 se mudó a Minneapolis para inscribirse en la Universidad de Minnesota. Fue ahí donde se involucró íntimamente en el círculo folk de Dinkytown, dejando un tanto de lado el rock’n roll, para sumergirse de lleno en el género folk norteamericano. Fue aquí también, donde inspirado por la poesía de Dylan Thomas y el sonido afín con su segundo nombre, Allen, comenzó a presentarse como Bob Dylan. Un año después abandona la universidad para realizar un viaje a Nueva York con la idea de conocer en persona a Woody Guthrie, prolífica figura del folk estadounidense. Aquí empezó la trayectoria musical que lo llevaría a la fama mundial, pues en aquella ciudad firmó el contrato con Columbia Records para lanzar su primer álbum, en marzo de 1961. Al siguiente año ya se había cambiado legalmente el nombre a Bob Dylan e iniciaba una trayectoria que actualmente incluye más de 485 lanzamientos musicales entre álbumes, sencillos y compilaciones; estamos hablando de una trayectoria de 55 años y contando.
Bob Dylan es un artista influenciado por sus lecturas y ha sido amigo cercano de figuras de la literatura norteamericana como el autor de Aullido, Allen Ginsberg. Las letras en su amplísima colección musical contienen elementos y técnicas influenciados por grandes escritores, como lo fue uno de los representantes de su amada Generación Beat, Jack Kerouac.
Como él mismo lo expone en su libro autobiográfico publicado en 2004, Chronicles: Volume 1 -que además de explorar la historia detrás de su proceso creativo, es un texto ideal que funciona como una crónica de la escena y atmósfera de Nueva York y Nueva Orleáns de principios de los 60-, nunca conoció personalmente a Kerouac, pero tanto sus poemas en Mexico City Blues, como su obra clásica On the Road, lo habían conmovido y fascinado. Puede observarse un atisbo de la influencia que Jack Kerouac tuvo en Dylan, en el respeto y admiración notables en la muy documentada visita que hicieron él y Ginsberg a la tumba del autor de Dharma Bums, en 1975, en Lowell, Massachusetts. Era mutua la admiración entre Ginsberg, amigo y casi mentor de Dylan, y el cantante de rock y folk. Este binomio de interacción y amistad formativa constituiría poco menos de cuatro décadas de influencia y encarnaría uno de los rostros de la contracultura norteamericana del siglo XX.
Pero no sólo la literatura norteamericana ha sido gran influencia para Bob Dylan, quien ha dicho que clásicos como Julio Verne y H.G. Wells le marcaron y desarrollaron su gusto por contar historias, lo que a la postre le despertaría parte de su interés por el folk. También en Chronicles expone que cuando leyó una de la cartas de Arthur Rimbaud titulada Je est un autre, se sintió arrebatado por las palabras y deseó haber sabido de él antes; al respecto, Dylan hace un homenaje al poeta francés en la canción “You’re gonna make me lonesome when you go” en su álbum Blood on the tracks. Por otro lado, parecería que los genes de sus ancestros de Europa del Este permearon su gusto y su poética sencilla: Bob Dylan reconoce haber sido influenciado y ser un ávido lector de Lév Tolstoi, al grado de acudir a la casa del realista ruso, a las afueras de Moscú, en una de sus visitas a Rusia. La influencia de estos escritores, tanto del francés como del ruso, fue percibida por las autoridades culturales, por lo que en 1985 fue invitado a dar un concierto para el Gremio de Escritores Rusos donde rápidamente expuso la influencia de Tolstoi en las expresiones líricas de sus letras; asimismo, en 1990 fue galardonado en Francia con el Commandeur Des Arts et des Lettres gracias a los tintes baudelairianos y rimbaudianos de sus canciones.
Por si fuera poco, el oriundo de Minnesota publicó también una obra de ficción: Tarántula (1966), una combinación entre poesía y prosa, que rememora los dramáticos tiempos de su época y nos permite asomarnos al muy personal abismo creativo de Dylan. Los poemas de este volumen se encuentran cargados con las preocupaciones de su evolución como artista con un toque surrealista e íntimo.
Sin embargo, su reciente designación al Premio Nobel de literatura 2016 causó cierto furor fatalista en algunas esferas literarias que se antoja exagerado y un tanto sorpresivo, pues Bob Dylan había venido siendo nominado desde 1996. No es -y probablemente no será- el primer reconocimiento literario que tiene en su haber: Bob Dylan ha recibido también el premio Príncipe de Asturias de las Artes (2007); en 2008 le fue otorgada una mención especial del Premio Pulitzer, dado su “profundo impacto en la música popular y cultura norteamericanas”. Para el autor de tres libros y miles de versos, la poesía representa un arte de canto, dado que exige sonoridad y ritmo, con más de 15 mil años de tradición, bien seguida y explotada por la ahora leyenda, Bob Dylan.